El esperpento sobrevivió, y con muy buena salud, a la muerte de Ramón del Valle-Inclán en 1936. La influencia de este particular modo de entender la literatura es muy notoria durante la Guerra Civil y en la inmediata posguerra.
Es particularmente llamativo que la influencia de Valle sea palmaria en autores de los dos bandos: Rafael Dieste, Herrera Petere, Ramón J. Sender, por el lado republicano; Agustín de Foxá, Tomás Borrás y Concha Espina, por el sublevado; todos ellos, opuestos diametralmente en lo político, hacen del esperpento su propia técnica literaria.
Sin maniqueísmos ni militancias, este libro analiza las estrategias propagandísticas de apropiación a las que fueron sometidas la figura y la estética de Valle, y descubre las razones por las que su técnica deformadora, de raíces goyescas y fulgor expresionista, tuvo inicialmente tanto arraigo en escritores de ambos bandos.